No es fácil jugar un primer partido de alta competición al mejor ritmo, y la Selección lo hizo con ciertos y lógicos altibajos. Pero lo que todo gran equipo demuestra desde el primer salto inicial es su mayor mentalidad, su total concentración. Es lo que esperábamos, y eso ha sido lo que nos han brindado, desde un inconmensurable Carlos Jiménez hasta el debutante Ricky frente a un rival aspirante también a todo pero al que sus recursos y muchas virtudes sólo le dan hoy por hoy, como a otros, para poder complicarnos las cosas. Y no en todo momento.
Frente a nuestro histórico Dream Team, hasta Grecia, subcampeona del mundo hace dos años y campeona de Europa hace tres, se puede ver empequeñecida. En algunas fases del partido incluso dio la sensación de que jugaba mejor, más en equipo; pero estaba cinco, seis o siete puntos abajo.
Ganar a los griegos a las primeras de cambio por 15 (que pudieron ser 25 sin algún despiste final) es toda una tarjeta de visita de un equipo que traduce como nadie en la pista lo que dice también como nadie frente a los micrófonos: que sólo le valen los objetivos máximos.
El próximo en sufrirlo será Yao Ming, ya lo veréis.
Frente a nuestro histórico Dream Team, hasta Grecia, subcampeona del mundo hace dos años y campeona de Europa hace tres, se puede ver empequeñecida. En algunas fases del partido incluso dio la sensación de que jugaba mejor, más en equipo; pero estaba cinco, seis o siete puntos abajo.
Ganar a los griegos a las primeras de cambio por 15 (que pudieron ser 25 sin algún despiste final) es toda una tarjeta de visita de un equipo que traduce como nadie en la pista lo que dice también como nadie frente a los micrófonos: que sólo le valen los objetivos máximos.
El próximo en sufrirlo será Yao Ming, ya lo veréis.
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