Con unas horas más de reflexión y habiendo podido escuchar y leer el análisis de técnicos y expertos, y también de intentar interpretar qué hay debajo de las declaraciones de los nuestros, si sólo rabia o algún atisbo de desconfianza, creo que la página de la abultadísima derrota a manos de Estados Unidos puede pasarse de tres formas diferentes. Pesimista: el equipo no va a tener tiempo de reaccionar, no hay nada que hacer, todo está perdido. Optimista: lo hicieron todo adrede pensando en la final pero a partir del cruce con Croacia va a resurgir nuestra gran selección. O realista: perder por 37 puntos escuece y hasta se puede pensar que lo lógico es que sea síntoma de que algo falla, pero a la postre todo está igual y lo único importante a partir de ahora es estar absolutamente preparados para lo de siempre: ganar el primer cruce.
Yo, como intento hacer prácticamente siempre, opto por lo realista.
Lo que no quiere decir que, a estas alturas, no podamos estar algo decepcionados por la evidencia de que el equipo no ha acabado de encontrar su estilo y su espíritu; en definitiva: su personalidad. Y no es la presión, que a estos jugadores la presión no les puede ni les va a poder nunca, sino que todavía no han conseguido sentirse cómodos. Puede que por motivos tácticos, por razones físicas o por cualquier otro factor; pero aún no lo ha conseguido. Ahora bien:no nos quepa la menor duda de que va a luchar por conseguirlo hasta el último segundo de su último partido.
A veces, un equipo de la calidad de nuestra Selección que no está rindiendo al nivel que quiere –y que además es consciente de ello- puede recuperar sus mejores sensaciones en sólo 20 ó 30 minutos; porque el nivel de sus jugadores es sencillamente extraordinario. Sólo hace falta eso: una pequeña racha que ayude a todos a acomodarse en la pista y en la competición.
MINUTOS DE ENSUEÑO. Y eso no sólo no es imposible sino que en los tres primeros partidos vivimos bastantes de esos minutos de ensueño: contra Grecia, aquel parcial 15-2 tras el descanso, con un ataque espectacular y una defensa impresionante; frente a China, con el no menos espectacular 38-14 de los últimos minutos del último cuarto y la prórroga; y frente a Alemania, aquel 17-0 en cinco minutos, a caballo de los dos tiempos.
Dicho de otro modo: aunque nos pese ese -37 (porque sí y además porque es lo más reciente) y en general al equipo le haya faltado continuidad, esta Selección ya ha conseguido exhibir en Pekín lo mejor de su repertorio. No necesita recuperar nada porque no lo ha perdido. Eso sí: a todos nos habría gustado disfrutarlo durante más minutos.
EL SOBREESFUERZO FINAL. ¿Puede ser el partido contra Angola propicio para volver a tener las mejores sensaciones? Puede. Pero el importante, no hace falta decirlo, es el del miércoles frente a Croacia. Y a cuatro días vista, de lo único que podemos estar seguros es de que el equipo va a hacer el sobreesfuerzo final que se requiere para llegar a donde quiere y merece llegar. Por lo que podemos apostar es por que si supera a Croacia –y no hay ningún argumento de verdadero peso para temer que no sea así-, a la final llegará la Selección que estamos todos anhelando volver a ver.
En realidad, algo parecido ocurrió en Los Angeles hace 24 años: la primer pase la empezamos sufriendo contra Canadá casi tanto como ahora hemos sufrido contra China, y Estados Unidos nos dio un repaso (-33). Pero aquellos Juegos acabaron siendo históricos en muchísimos sentidos. Así que: ¿por qué no puede pasar lo mismo en Pekín?
PD: por cierto, que está claro que como analista previo de claves de partidos no voy a poder ganarme la vida, pero nadie me podrá negar que LeBron, Wade y compañía, sumaron unos buenos 10 ó 12 puntos en acciones tras haber cometido pasos…
domingo, 17 de agosto de 2008
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