En este mismo mundo pero en otro planeta, el del fútbol, el España-Estados Unidos de este sábado en Pekín ya habría sido calificado, hace días, como El Partido del Siglo. Es cierto que hoy por hoy, en el gran baloncesto mediático de selecciones, pocos enfrentamientos más pueden alcanzar una calificación similar. Pero nosotros somos mucho más puristas, y para ser El Partido del Siglo hace falta que haya no algo sino mucho en juego. Y este sábado, de momento, no lo habrá, más allá, se supone, del primer puesto del grupo.
Lo que no quiere decir que no sea un partido importante: todos lo son, y éste especialmente entre otras cosas porque puede alcanzar unos registros de audiencia históricos. Y al fin y al cabo es inútil preguntarse si debemos salir a ganar o a reservar fuerzas, porque la respuesta de nuestros jugadores es irrebatible: no saben jugar pachangas. Otra cosa es que no sólo los jugadores sino también Aíto, como cualquier otro entrenador con experiencia, sepan que por si conseguimos volvernos a enfrentar a Kobe y compañía antes de regresar a casa (lo que sólo es ya posible si es en la final) no estaría mal guardarse algún recurso táctico en la recámara. Esto quiere decir que mañana el equipo saldrá a jugar a ganar, pero no necesariamente lo hará con el mismo planteamiento con el que se podría salir a ganar la final contra el mismo rival.
También podemos plantear factores no deportivos sino mentales. Si mañana España gana y los dos equipos se vuelven a encontrar en la final, ¿se lo tomarían los USA tan a pecho a modo de revancha que serían imparables? O al contrario: si mañana nos ganan, incluso con comodidad, ¿encararían la final con tanta confianza que les acabaríamos superando? En estas materias, elucubrar es fácil; pero no hay respuesta matemática posible.
En cualquier caso, es también muy difícil jugar sin tener presente que dentro de una semana el duelo se puede volver a repetir, con la medalla de oro en juego. De ahí que estoy convencido de que Aíto lo tendrá en cuenta. Lo que sabremos mañana es cómo.
¿SON INVENCIBLES? La pregunta que se hace la inmensa mayoría de los seguidores españoles en estos momentos es si esta selección de jugadores estadounidenses de la NBA es invencible. No es fácil responder por el simple hecho de que es la primera vez que está en acción y en su confección se ha modificado en un 50% la composición del equipo que hace dos años fracasó en Japón, además con la inclusión –nada anecdótica, por cierto- de Kobe Bryant. Pero lo que sí está del todo constatado de un tiempo a esta parte es que entre nuestro baloncesto y el suyo no hay prácticamente más distancia que la inevitable del físico, y tampoco ésta es tampoco lo que era.
Dicho de otro modo: a Estados Unidos se le puede superar. Sobre todo, al menos en teoría, en el enfrentamiento táctico. Y aunque sólo sea por las más recientes experiencias. Porque no podemos olvidar que tanto en Indianápolis como en Atenas como en Japón, quien más quien menos veía derrotarles como una empresa imposible. Y no lo fue, y no en una sino en varias ocasiones.
LA CLAVE. Es una pregunta que no falta nunca en las horas previas a un partido, sobre todo si es un gran partido: ¿cuál será la clave? Los entrenadores, a los que no gustan nada las preguntas tópicas a pesar de que la inmensa mayoría de sus respuestas también lo son, suelen manejar dos interpretaciones. Una: no hay una sola clave sino varias y variadas. Y dos: la clave estará en los pequeños detalles. Pues por esta vez yo me apunto a la segunda versión, y la reduzco además a un solo pequeño detalle: gran parte del resultado dependerá de si los árbitros aplican o no el Reglamento FIBA y sancionan o no a los estadounidenses con los pasos que, aunque aparentemente no lo parezca, tanta ventaja otorgan en el baloncesto actual.Todo lo cual, por supuesto, con el deseo de que la próxima semana sí podamos hablar de El Partido del Siglo: la final de estos Juegos.
viernes, 15 de agosto de 2008
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