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martes, 8 de septiembre de 2009

Sol polaco y aceite de oliva español

Pues el lunes acabó mucho más gris de lo que empezó, pero en cambio este martes –en contraste con la resaca de la decepción por la derrota- ha amanecido más que soleado y casi primaveral. Son las cosas de este clima tan continental que, en efecto, no es el nuestro, pero de vez en cuando también da alguna alegría. Y ver el sol en Varsovia, por lo que nos han apuntado algunos españoles afincados aquí, más que una alegría es un alegrón.

Pero con o sin sol, una de las características más llamativas de las calles en la capital polaca es que, a pesar de no sufrir un tráfico excesivo, la mayoría de coches circulan a una velocidad un pelín más allá de la recomendable. Probablemente lo facilita el hecho de que el transporte público por excelencia –como en muchos países centroeuropeos- es el tranvía, del que ya se sabe por dónde va y por dónde no va a ir. Eso facilita las cosas, claro, y las maniobras.

No es problema para los equipos, por supuesto, que sólo hacen dos veces al día el mismo trayecto (del hotel al pabellón y viceversa) pero no deja de ser chocante para quienes se mueves un poco más. Como Jose Calderón. El base extremeño, que no puede pisar la cancha pero está a pie de ella como comentarista de laSexta, ha alquilado una pista en la que cada día se ejercita en solitario, bajo la atenta mirada de su preparador físico personal. Se trata de ir recuperando poco a poco el ritmo porque Jose empezará la próxima temporada con los Raptors después de casi cinco meses sin competición.

Por cierto, que tanto Calderón como los equipos como todos los demás transeúntes de Varsovia pueden ver estos días en paneles publicitarios el reclamo de una campaña de promoción del aceite de oliva español por toda Polonia. Esta mañana de martes, mientras Scariolo y sus hombres se han trasladado al Towar Hall para desentumecer músculos, la Embajada española era escenario de una presentación de la campaña por todo lo alto. Ojalá calen nuestros aceiteros, aunque a decir verdad hay que reconocer que las vinagretas con las que acostumbran a servir aquí muchas ensaladas son francamente sabrosas. Con una pizca de mostaza.

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