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lunes, 27 de octubre de 2008

¿Deporte o negocio?

“El pasado siempre está presente” (Benjamin Franklin)

Acabo de releer, unos cuantos años después, el texto de la intervención de Giorgios Vassilakopoulos (en aquel entonces presidente de la Federación Griega, aún no de FIBA Europa) en un debate en la Fundación Ferrándiz sobre el futuro del baloncesto europeo. Y me ha sorprendido sobremanera la plena vigencia de muchas de sus consideraciones de entonces. Da para reflexionar, y bastante.

Lo que deja en evidencia aquella reflexión en voz alta de hace siete años es que el baloncesto europeo ya entonces, en los albores de la actual Euroliga para situarnos, se debatía en lo que parece, como consideré en un post anterior, un largo proceso que tiene al baloncesto en perpetua (e inacabada) redefinición. En especial, el baloncesto de clubes. Y que se refleja fundamentalmente en el choque de dos planteamientos teóricamente irreconciliables: si estamos hablando de deporte o de negocio. Porque en realidad éste es el debate, un debate que a mi entender no queda más remedio que afrontar -como casi todos- desde un punto de vista histórico.

A partir de la pasada década de los años 80, el baloncesto europeo fue evolucionando en base a la progresiva profesionalización general de sus estructuras: de los clubes, de las ligas, de las federaciones... Y probablemente fue esta circunstancia la que poco a poco fue imbuyendo la idea de que el baloncesto profesional debía dejar de ser deporte para convertirse en negocio; aunque sea un negocio por definición inestable porque, por mucho que se intente obviar, al final casi todo depende o está en manos del resultado.

La virtud de aquel proceso, en una primera etapa que podríamos señalar desde aquellos inicios de los 80 hasta mediados de los 90, fue que el baloncesto fue adoptando formas de gestión empresarial –imprescindible cuando se mueven presupuestos elevados o cuanto menos respetables- pero sin renunciar a su esencia de deporte. Ni siquiera renunciar a ella cuando los viejos clubes se convirtieron en sociedades anónimas o formas jurídicas asimilables, según el país. Bajo esta filosofía, y aunque siempre quepan matices particulares, el avance en general del baloncesto en aquellos años fue incuestionable a todos los niveles: de jugadores, de clubes, de competiciones, de federaciones, de público, de patrocinadores, de audiencia televisiva y en medios de comunicación en general… De esta fórmula, que dio esos excelentes resultados, son ejemplares hoy por hoy las federaciones; en especial una tan dinámica e inconformista como la nuestra.

Es el que se intuye como siguiente paso -el de querer dar por superado el teórico pasado de deporte para plantearlo todo exclusivamente desde un punto de vista de negocio- el que no logra dar solución a esa perpetua redefinición, provoca conflictos y siembra dudas, y el que en definitiva hace que aquel análisis de Vassilakopoulos en 2001 parezca hecho ayer mismo.

El día en que quede obsoleto será un excelente noticia.

sábado, 18 de octubre de 2008

Un Salón de la Fama de todos

Como habréis podido seguir en las dos últimas semanas, hemos abierto en Radio FEB, con la ilusión de unos principiantes, dos nuevos programas monográficos que renovaremos cada semana en nuestra web pero que en realidad, al quedar asequibles de forma permanente, podréis escuchar cuando mejor os vaya. Pero escuchadlos; sólo con que os lo paséis la mitad de bien que nos lo pasamos nosotros realizándolos, os valdrá la pena.

La Pizarra radiofónica que ha puesto en marcha Miguel Panadés se va a convertir en un clásico imprescindible, ya lo veréis, para conocer de primera mano y voz propia la filosofía de nuestros entrenadores. Las primeras apariciones, de Paco García y Moncho Monsalve, han sido verdaderamente estelares; y la siguiente, de Ricard Casas, también promete el máximo interés. Incluso para quienes no sean entrenadores, pero sobre todo para los que lo son o los que lo quieren ser, La Pizarra de Radio FEB es una herramienta excepcional.

Por mi parte, he abierto un Salón de la Fama en versión audio, en el que tengo la intención de ir haciendo un repaso a los mejores momentos de la historia de nuestro baloncesto a través, por supuesto, de sus protagonistas. De momento he dialogado ya –más que entrevistado- con Epi (el hombre record de internacionalidades), Manolo Coloma (el entrenador de la selección femenina que en 1993 conquistó la primera medalla de oro oficial de la historia del baloncesto español) y a partir del próximo miércoles podréis escuchar el programa dedicado a Clifford Luyk, el pívot que con 2,03 revolucionó nuestro baloncesto –y la Selección- hace ya cuatro décadas. Está siendo un verdadero placer, un placer doble para un apasionado de la historia demás de apasionado del baloncesto.

Uno de los innumerables amigos que he ido haciendo en nuestro mundillo durante todos los años que llevo en esto me repite últimamente que, por filosofía, él no mira hacia atrás sino hacia delante. Yo, en cambio, siempre he pensado que para poder mirar hacia delante es necesario haberlo hecho también en algún momento hacia atrás. Porque pasado, presente y futuro (aunque Stephen Hawking lo explicaría muchísimo mejor) son en realidad lo mismo: simples etapas de un único recorrido que no puede explicarse ni comprenderse sin conocerlas todas.

Además, hablando con tipos como Epi, Coloma, Luyk y los que vendrán, se aprende. Muchísimo. Y a aprender no se puede renunciar nunca.

En definitiva, amigos: que me gustaría mucho que este Salón de la Fama de Radio FEB fuera no sólo el Salón de la Fama para todos sino sobre todo de todos.

lunes, 6 de octubre de 2008

Un futuro de cantera

Entre las muchas y variadas apreciaciones que hemos podido escuchar en las últimas semanas, en el debate finalmente abierto sobre el futuro de las competiciones europeas de clubes, ha destacado una pregunta más filosófica que deportiva: ¿quién formará los jugadores? No es la primera vez que en los últimos tiempos surge una preocupación de este calibre en el seno del baloncesto profesional, desde el que en varias ocasiones se ha lanzado además un mensaje como éste: “En Europa cada vez quedan menos jugadores de primer nivel”. ¿Es realmente así?

Es difícil asegurarlo. Lo indiscutible es que de Europa se siguen yendo un gran número de los mejores jugadores, y nosotros podemos dar fe de ello: esta temporada nos hemos quedado sin Rudy y sin Marc Gasol. Y también parece más que evidente que el regreso a Europa desde la NBA de jugadores de alto nivel, que este verano pareció durante unos días una auténtica fiebre, fue un fenómeno simplemente coyuntural. Más allá de los espectaculares casos de Garbajosa, Delfino y Childress, a caballo de las toneladas de dólares que hoy en día se mueven en Rusia (no sólo en su baloncesto) y la depreciación de la moneda USA, no podemos hablar de una tendencia real. A sabiendas, además, de que otros sonados retornos, como el de Juan Carlos Navarro, tiene asimismo connotaciones específicas.

Desde este punto de vista sí que en Europa cada vez quedan menos jugadores de primer nivel. Pero lo verdaderamente importante no es darse cuenta de ello y dejar constancia sino, en caso de considerarlo necesario, reaccionar, y hacerlo apuntando soluciones, marcando objetivos, para cuanto menos minimizar los efectos. Esto, y no otra cosa, es proyección de futuro.

En esta encrucijada de la historia reciente de nuestro baloncesto, al tiempo que las grandes estrellas de este continente dan el salto a la NBA, las plantillas de los equipos de primer nivel –y no sólo de primer nivel- se han ido nutriendo de jugadores estadounidenses con uno u otro pasaporte europeo en mayor medida que de jóvenes de aquí. Y no es ésta precisamente una de las mejores condiciones para combatir esas circunstancias sobre las que el propio baloncesto profesional –al menos, el de nuestro país- ha alertado de forma ya casi insistente.

Se ha de ser muy lanzado para visualizar cómo será realmente el baloncesto europeo en un futuro a medio -incluso a relativamente corto- plazo. Pero no se hace muy complicado entrever que su evolución y desarrollo, a todos los niveles, estará –de hecho, está ya- absolutamente sujeto a la cantera. A su fomento y cuidado, por supuesto, pero sobre todo a su aprovechamiento.