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miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un 24 de agosto inolvidable

Ya lo podéis comprobar: a nadie le cabe la menor duda de que la gran final de los Juegos Olímpicos de Pekín, con la medalla de plata que conllevó, fue el Mejor Momento del año 2008 que en unas horas se va a consumir. Y lo fue no sólo por lo que significó de éxito deportivo -24 años después de aquella otra medalla de plata en Los Angeles- sino, sobre todo, por su efecto catalizador: de sensaciones, de emociones y de valores. Vale la pena leer las respuestas de los periodistas que han participado en nuestra encuesta.

El 24 de agosto de 2008 es ya inolvidable.

Personalmente, recuerdo que la noche anterior, al irse a dormir, mis dos hijas, que aún no habían cumplido los 10 y los 9 años, me obligaron a comprometerme a despertarlas a tiempo de ver el inicio del partido. No se lo querían perder, y no se lo perdieron. Y mi mujer no tuvo más remedio que sumarse a la fiesta, a las ocho de la mañana de aquel domingo, frente a la tele.

Georgina, mi hija mayor, se apasionó como yo. La pequeña, Ángela, incluso se hizo daño al golpearse la barbilla con la rodilla por querer protestar como protestaba yo por unos pasos no señalados a los estadounidenses…

Mi mujer no tardó en comprender –por cómo me veía a mí, por los mensajes que no dejaban de entrar en el móvil, por las llamadas que se iban acumulando durante los tiempos muertos…- que aquél no era un simple partido más que se podía perder o ganar. Se dio cuenta de que aquel partido estaba siendo Historia. Y que aunque todos celebramos al final la medalla de plata, nos quedó esa pizca de decepción por haber creído ver el oro tan tan cerca.

Pero eso fue el 24 de agosto, en caliente. "Es imposible sentirse más orgulloso", titulé lo que escribí aquel día en este blog, haciéndome eco de una de las frases que dejasteis vosotros en vuestros numerosos comentarios.

Ahora, cuatro meses después, al hacer el balance del año, lo recordamos como algo inolvidable. Y nos resistimos a aceptar que sea irrepetible. Es más: ya estamos empezando a soñar con la final de Londres 2012. ¿O no?

lunes, 29 de diciembre de 2008

Un año de ensueño

Es habitual cada año al acercarse el 31 de diciembre hacer un repaso de lo que han dado de sí los doce meses que se dejan atrás. Y al hacerlo nosotros desde la FEB nos damos cuenta de que, afortunadamente, ha sido un año de ensueño. Hemos vivido muchos grandes momentos, en lo deportivo, en lo social… Nuestro baloncesto puede pasar la página de este 2008 que se está agotando con satisfacción: se han conseguido muchos de los objetivos, y algunos de los mejores momentos –como la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Pekín- no sólo pasarán a nuestra historia sino también a la del baloncesto mundial.

Ha sido el año, también, del 85 aniversario del nacimiento de la FEB, del mediáticamente impactante traspaso de Pau Gasol a los Lakers, del posterior crecimiento de la Familia ÑBA con Marc Gasol y Rudy Fernández, de las trepidantes finales a cuatro de las Adecco LEB en Cáceres, de la explosión popular que significó la primera edición del Tribasket, del ascenso del CAI Zaragoza después de doce años en las competiciones FEB, de la medalla de oro de la selección U16 femenina, del arranque de la carrera por conseguir la organización del Mundial del año 2014…

En estos días estamos repasando todos estos momentos, y seguro que ha habido algunos más, y estamos completando asimismo una gran encuesta para elegir el Mejor Momento del Baloncesto de 2008. En unas horas tendremos el resultado...

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Michael Rutzgis, entre copa y copa

Lolo Sainz se ha encargado de recordar esta semana en Gigantes que si Sergio Scariolo se convierte finalmente en nuestro seleccionador no será el primer seleccionador extranjero de la historia de nuestro baloncesto sino el segundo. El primero, y hasta ahora único, fue Michael Rutzgis, un lituano nacionalizado estadounidense que primero fue jugador (y campeón de Europa con Lituania en 1939) y después entrenador en su país, en Francia y en España. Rutzgis dirigió a la Selección en 1950 y 1951, labor que compaginó con la de entrenador de la UD Huesca, y al dejar la Selección se incorporó como jugador-entrenador al Bazán de Ferrol.

Lo que ya no ha explicado Lolo es que, como entrenador, Rutzgis dejó escasa huella en la Selección. De hecho, en apenas dos años como seleccionador alcanzó más notoriedad por su afición a la bebida y a las decisiones estrafalarias que por sus conocimientos del juego.

Según explicó Justo Conde en su extraordinaria pero inacabada Historia de la Selección Española, tanto empinaba el codo Rutzgis antes, durante y después de entrenamientos y partidos, que un día, en las instalaciones del club barcelonés Laietà, en las que la Selección se había concentrado para preparar su participación en el pre Mundial de 1950, se tragó sin rechistar un buen mejunje. El responsable de la broma fue el entonces jugador Eduardo Kucharski, con la complicidad del resto del equipo, sabedor de la afición de Rutzgis a beber, en especial vino.

Como quiera que al finalizar cada entrenamiento Rutzgis se dirigía invariablemente al bar del club, en el que el camarero le preparaba un combinado a su gusto, a Kucharski se le ocurrió ponerle a prueba, y al combinado en cuestión le añadió medio vaso de vinagre. La sorpresa de todos los jugadores fue enorme cuando el entrenador, sin ni siquiera darle un vistazo al vaso, se bebió de un solo trago el peculiar combinado, tras lo cual, como si nada, se despidió de sus hombres hasta el día siguiente.

Pocas semanas después de ese episodio, con España clasificada ya para el Mundial, Rutzgis se descolgó, sin que nadie supiera bien por qué, con una inesperada, autoritaria e incomprensible exigencia: no quería en el equipo jugadores con bigote. Tan variopinta medida afectaba a tres seleccionados (Met Ferrando, Ignacio Pinedo y Domingo Bárcenas, todos ellos ya fallecidos) quienes no dudaron en pagar aquel curioso peaje, digamos que disciplinario, para poder participar en todo un Mundial, que además era el primero de la historia.

Años más tarde, Ferrando le confesó a Justo Conde las sospechas de los tres bigotudos de que la idea no había sido propiamente de Rutzgis sino de su compañero Kucharski, un bromista de nivel internacional. Y seleccionador años después…

Eso sí: a Rutzgis se le reconoce como el introductor en el baloncesto español, en aquellos lejanísimos años 50, del concepto de bloqueo. Aunque fuera entre copa y copa.