El pasado sábado, en Katowice, apenas finalizada la semifinal contra Grecia, satisfechos y felices por la victoria y por habernos metido en la final, mientras circulaba por uno de los pasillos interiores del pabellón polaco hubo quien me dijo algo así como “todo esto está muy bien pero estamos donde estábamos, si mañana no ganamos será un fracaso”. Yo estaba, como todos, en plena explosión de adrenalina, pero no dudé en la respuesta:
- No, si no ganamos no será un fracaso –dije, más o menos así-, porque los éxitos de este equipo no se miden sólo por victorias, títulos y medallas sino también, y posiblemente sobre todo, por todas esas otras cosas que si habláramos exclusivamente de baloncesto, de juego, denominaríamos intangibles, y que así en general llamamos valores.
Puede que no sea fácil entender, desde determinadas ópticas, que incluso en un baloncesto al más alto nivel profesional y competitivo el resultado final no sea en realidad lo único importante, ni siquiera tal vez lo más importante. Pero es así, y para mí de una forma más que evidente cuando se trata de la Selección. Es lo que traté de explicar semanas atrás, cuando volvimos a comprobar que este equipo es único a la hora de enganchar, gustar e identificar, y también cuando aquí mismo aseguré que el éxito en el Eurobasket estaba garantizado. No me refería a la medalla de oro, que eso no lo garantiza nada ni nadie -… aunque ya lo veis, aquí está también- sino a todo lo demás.
Todos esos llamémosle valores, que en gran medida, aunque sólo en casos verdaderamente ejemplares, llegan a estar por encima del marcador, son a lo mejor menos cuantificables en el plazo corto pero absolutamente indispensables para el crecimiento y desarrollo de nuestro baloncesto.
¿Podemos concretar a cuántos chavales les habrá entrado el gusanillo de nuestro baloncesto viendo a su alrededor a sus mayores vibrar con el final de Eurobasket de España? No, pero seguro que los hay, y que en los próximos años muchos de ellos serán un granito de arena más. ¿Se puede dar alguna cifra de lo que nos reportarán en un futuro más o menos inmediato -a todos- unas audiencias televisivas a la altura de los mejores partidos de fútbol? Difícil ahora mismo, pero que también van a empujar, es indiscutible.
Para que el éxito esté garantizado por encima del resultado se requiere eso: identificación y valores. Dos cualidades aparentemente sencillas de propiciar pero del todo excepcionales en el baloncesto actual. Por eso esta Selección es excepcional, y por eso las medallas la convierten en extraordinaria.
miércoles, 23 de septiembre de 2009
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