Como os podéis imaginar, en las últimas horas aquí en Łódź de lo que se ha hablado en las tertulias, incluso esta mañana durante el desayuno, es el final del partido de ayer entre Francia y Grecia. “Esperpéntico”, “surrealista”… de todo eso y mucho más se ha calificado esos minutos en los que ni franceses ni griegos querían ganar el partido porque el que ganara iba a tener muchísimas posibilidades de cruzarse con España en los cuartos de final. En el bar del hotel en el que se hallan alojadas todas las selecciones estaban siguiendo el partido los serbios –técnicos, periodistas, algún directivo…-, quienes cuando De Colo anotó la canasta que deshacía el empate y daba el triunfo a Francia se partieron de risa y un tuvieron inconveniente de llamar “tonto” al nuevo jugador del Pamesa, bromeando sobre si no se había enterado de la jugada o no se lo habían dicho.
Recuerdo que hace unos años un entrenador de ACB me explicó su personal experiencia en un partido que su equipo –tras unos días de deliberaciones en las altas instancias del club- salió a perder. “Es infinitamente más difícil y complicado jugar a perder que a ganar –me dijo-, porque además el público se da cuenta, lo sabe, y tú sientes que estás haciendo un ridículo impresionante”.
(Eran en la ACB aquellos años en los que el sistema de competición, que se cambiaba casi cada doce meses, incluía el denominado Factor de Corrección que modificaba la clasificación final porque en la liga regular no se enfrentaban todos contra todos. En fin, un verdadero lío. De entonces data también la anécdota, elevada a leyenda, de que el histórico presidente del TDK Manresa, Carles Casas, cuando se le preguntó sobre cómo veía a su equipo, respondió: “Nosotros seguiremos jugando y al final ya nos dirá Portela cómo hemos quedado”. Cierta o no, que nunca se sabe, la anécdota ha quedado marcada para siempre en la historia de la Liga ACB)
A De Colo le debió pasar algo parecido a lo que me comentó aquel entrenador: no debió soportar la presión de estar haciendo el ridículo, y la metió. Desde luego, si al final Francia se cruza con España en cuartos, lo más probable es que de una forma o de otra acusen esta jugada.
(Por cierto: el equipo del entrenador que me explicó su experiencia de jugar a perder, perdió aquel partido. Lo pasaron fatal, pero al menos consiguieron su propósito, como ayer Grecia)
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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