EL NÚMERO 1 DE LA REVISTA NUEVO BASKET llegó a los kioscos de toda España prácticamente a la misma hora en que yo empecé la mili (sí, sí, hice la mili...) en el campamento gerundense de Sant Climent de Sescebes: el 1 de octubre de 1980. En la portada, uno de los mejores jugadores estadounidenses que ha pisado nuestras pistas y con el tiempo muy buen amigo de todos los que formamos la redacción de aquella revista inolvidable: Essie Hollis.
Porque realmente Nuevo Basket fue, es, inolvidable. No sólo para mí y para todos los que fueron mis compañeros sino para muchísimos aficionados que durante toda una década fueron lectores (y más que lectores, militantes) de la revista. Hace unos años, más de veinticinco después de aquel número 1, más o menos cuando empezaba a recopilar anotaciones a fin de llegar a escribir esta especie de memorias, me lo recordó uno de ellos.
Acababa de llegar a Guadalajara, donde se había concentrado la Selección para disputar tres partidos del pre europeo del 2003, y el jefe de prensa del equipo, Roberto Hernández (y ahora uno de mis excelentes compañeros en la FEB), me presentó al director del hotel.
-Jordi Román, de Mundo Deportivo –me presentó muy formalmente-.
-De Mundo Deportivo y de Nuevo Basket, ¿no? –me respondió el director, mientras me estrechaba la mano.
Y durante un rato rememoró aquellos tiempos, me explicó con cierto orgullo que aún conservaba numerosos ejemplares de la revista, que la leía cada semana de cabo a rabo... En verdad, conversaciones sorprendentes como ésta las he tenido y las sigo teniendo no diré que a cientos, pero sí en numerosas ocasiones, de forma tan inesperada como aquella en el hotel de Guadalajara.
La revista Nuevo Basket la fundó Franco Pinotti en 1980, junto a varios de los que habían sido compañeros suyos en la redacción del diario deportivo barcelonés 4-2-4, que meses antes había cerrado sus puertas. No recuerdo cómo, cuándo ni dónde, pero también me reclutó a mí, y desde aquel momento tuve la suerte de participar en un proyecto irrepetible.
Fue una experiencia personal y profesional fabulosa. Pero, sobre todo, fue una familia. Allí encontré a tipos fantásticos como el propio Franco; a Joan Cerdà, a Julius Corella, el fotógrafo Arolas, Josep Manel Giner, al llorado José Antonio Del Río, el Chinche, una de las personas con más vitalidad que he conocido, imparable en todo lo que hacía, tristemente fallecido unos años después en accidente de automóvil. Éramos (o, en mi caso, queríamos ser) periodistas, y teníamos una pasión por encima de todas: el baloncesto. Y aunque en la revista íbamos todos a una, cada cual la vivía a su manera. Las broncas de Pinotti eran memorables; Cerdà vibraba con sus artículos fantasiosos y fantásticos como Las fábulas del banquillo; Julius se empapaba cada mañana el Herald Tribune, tenía en su mesa cientos de revistas de NBA y era capaz de pasarse seis mess fumando cada cinco minutos y otros seis meses sin encender un cigarrillo sin un porqué aparente; Chinche era un vendaval, capaz de hacer cualquier cosa, y hacerla con rapidez y entusiasmo contagioso; a Giner le apodaban El Cachas porque su mundo era el baloncesto femenino; y yo, el último en llegar, escribía, escribía y escribía. Entrevistas, reportajes, artículos, breves... todo lo que se me ocurría. Franco nos daba a todos total libertad.
Y hablábamos de baloncesto. Entre nosotros y con entrenadores, jugadores, árbitros y directivos que nos visitaban, uno de ellos, de forma bastante regular, Aíto. Puede sonar pretencioso, pero en aquellos años dorados de Nuevo Basket nos sentíamos el ombligo del baloncesto. Porque nos lo hacían sentir entre todos. Yo, además, que iba poco menos que de rookie, me sentía en el Paraíso de Baloncesto.
NUEVO BASKET NO FUE SÓLO sólo una salida laboral o una revista de baloncesto. Fue, prácticamente desde el principio, LA revista. Cuando salió había otra en el mercado: 5 Todo Baloncesto, editada en Zaragoza gracias al trabajo de José María Turno. Pero era de periodicidad mensual. De modo que Nuevo Basket, desde el momento en que estuvo varias semanas consecutivas en los kioscos, pasó a ser la gran referencia.
En muchas cosas. En la historia reciente de nuestro baloncesto, por ejemplo. Nuevo Basket fue el soporte ideológico de la Revolución que llevó a la creación de la actual ACB. Y del bautismo de la nueva Liga (con dos extranjeros por equipo y playoff), cuyo sistema de competición inicial fue idea de Pinotti.
Mi primer encargo en la revista fue una sección que bautizamos Nos lo contaron, algo así como un rosario de anécdotas, curiosidades. Era casi lo único que podía hacer, porque durante los tres primeros meses de la revista sólo regresaba a Badalona los viernes por la tarde, y me volvía a ir los domingos por la noche. A la mili. Estaba en casa unas horas, que dedicaba a ir al partido de Liga que me pillara más cerca (la Penya, el Cotonificio, el Barça, Granollers, Manresa....) porque para aquel entonces ya ejercía de corresponsal en Badalona del Marca y también pasaba muchas crónicas a El Mundo Depotivo además de transmitir en directo partidos del Joventut y del Cotonificio. en la recién nacida emisora de radio local. También trataba, lógicamente, de recopilar anécdotas para dejárselas escritas a Pinotti antes de volver al campamento. En un par de folios, claro, y teniendo que desplazarme hasta la redacción, que no había internet…
La primera semana ya tuve el primer problema. Sin malicia alguna, una de las curiosidades que escribí fue que a un jugador del Joventut, Ernesto Delgado, sus compañeros le apodaban Champañete. No le sentó nada bien, y durante un tiempo pasé verdaderos apuros si lo tenía cerca porque estaba convencido de que me dirigía miradas asesinas. Pero no llegó la sangre al río.
Una vez finalizados mis tres primeros meses de mili me incorporé ya de hecho a la redacción, y casi al mismo tiempo aterricé también, como colaborador fijo, en la de El Mundo Deportivo. Pasaba las mañanas en la revista y las tardes, y muchas noches, en el periódico. Fue una época maravillosa, aunque en el inicio de su segunda temporada la continuidad de la revista estuvo en entredicho por problemas, evidentemente, económicos. Porque más que una empresa era una utopía. Si no recuerdo mal, el primer número de la segunda temporada no salió hasta disputadas dos o tres jornadas de la Liga. Vivimos unas cuantas semanas de franca tristeza porque aunque no cobráramos -y en aquellos primeros aunque algunos meses no cobrábamos porque no había de dónde-, lo que de verdad nos importaba era que la revista siguiera viva y escribir en ella. El día en que Franco nos telefoneó a todos para anunciarnos que volvíamos a salir, se nos reabrió el mundo a todos. Íbamos a seguir disfrutando.
viernes, 27 de marzo de 2009
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