Hace ya unos meses, Julian Borger publicó en The Guardian un completo e interesante reportaje cuya tesis de partida era que el baloncesto estaba a punto de superar al fútbol –si no lo había hecho ya- como deporte con más practicantes en el mundo. Borger llegaba a esa conclusión a través del análisis de las cifras oficiales y más o menos reales, pero basándose fundamentalmente en el avance que el baloncesto ha experimentado en los últimos años –y sigue experimentando- en China. Todo ello, enmarcado en la pugna que en tierras chinas está manteniendo la Premier League (fútbol inglés) y la NBA por conquistar su audiencia multimillonaria.
El periodista Julián Felipo hizo en su blog un certero resumen de la tesis de Borger.
Es probable que las cosas sean como parecían ser hace tres meses –el reportaje se publicó en diciembre-, y que un día de estos se pueda dar la noticia de que en el mundo hay más licencias de baloncesto que de fútbol. Pero en la documentadísima tesis del periodista británico conviene hacer un matiz: la NBA se ha metido en China para explotar al máximo las inmensas posibilidades de su mercado, pero el objetivo de la NBA no acostumbra ser vender baloncesto sino vender NBA; que es algo parecido pero no exactamente lo mismo.
En cualquier caso, y matices al margen, del reportaje del The Guardian destaco sobre todos los datos y análisis, la reflexión final de Rowan Simons, el británico que lleva dos décadas en China intentando promocionar el fútbol en el gigante asiático, y que ahora ve que su tarea se ha hecho –por culpa del baloncesto- aun más difícil: “Una vez que los niños empiezan a jugar a baloncesto, ya no lo dejan”.
Este sí es un dato a tener en cuenta, y más todavía si procede de quien lo expresa como fuerza de su rival. Improvisar un partidillo de fútbol –en la playa, en cemento, entre piedras, con dos pedruscos, las carteras del cole, dos cajas o lo que sea marcando las porterías- ha sido siempre mucho más sencillo que organizar uno de baloncesto, porque nada puede suplir a una canasta. A lo mejor es por eso por lo que cuando se consigue superar las dificultades y se da con una o dos canastas, la recompensa es doble.
En realidad, Simons no descubre nada. La campaña Baloncesto en la Calle, que la FEB puso en práctica hace ya más de dos décadas, fue una excelente cantera de captación de chavales.
“Y ya no lo dejan”. Ésa es, y debe seguir siendo, nuestra fuerza.
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