Hace unos cinco años empecé a escribir una especie de autobiografía centrada exclusivamente en mis recuerdos y experiencias a lo largo de 25 años de periodismo y baloncesto. O baloncesto y periodismo. La idea era reunirlos en un pequeño –o no tan pequeño- libro, para darme una satisfacción y regalarlo a los amiguetes. Hasta tenía decidido el título: ¡¡¡Queremos 100!!! Era el grito que nunca faltaba cuando allá por los pasadísimos años 70 empecé a vivir –en el viejo pabellón de la Penya, al lado de mi casa- mis primeros partidos en directo.
Pero en fin, con el tiempo el proyecto había ido quedando olvidado –no en un cajón, sino en un diskette- y, aunque con bastante escrito ya, inacabado.
He decidido recuperarlo para irlo introduciendo aquí. Lo que ya tenía escrito, y lo que tenía sólo esbozado y a partir de ahora iré escribiendo. Si no es un libro –de aquellos que con tanta ilusión y vocación escribimos en nuestra editorial ZONA131-, al menos que sea un complemento –lo más entretenido posible- a mis reflexiones en este blog. Sin orden cronológico ni de ningún otro tipo. Tal como me vaya apareciendo.
De modo que aquí empiezo:
¡¡QUEREMOS 100!! (1)
Casi 10 años enteros
Casi 10 años enteros
¿Cuántos partidos de baloncesto habré visto en toda mi vida? ¿Cuántas horas de mis casi 50 años de edad las he dedicado, de una u otra forma, al baloncesto?
Es algo que me he preguntado muchas veces y para lo que lógicamente no tengo una respuesta exacta. Pero puestos a jugar, he dedicado diez minutos a hacer números grosso modo. Y esto es lo que me sale.
Empecé a jugar a baloncesto a los seis años de edad, como la inmensa mayoría de los niños badaloneses de mi generación, en el gimnasio del viejo pabellón de La Plana, a las órdenes de Pere Gol, el Señor Gol. Y empecé a ver partidos, también en La Plana, un poco después, tal vez a los diez o doce años.
Jugué primero en equipos de categorías inferiores de la Penya, y acabé en el junior del Sant Josep (también al lado de casa, pero en la otra dirección de La Plana).
Empecé después a entrenar equipos de la Escola de Básquet del Sant Josep, me dediqué a escribir a partir de 1976, volví a entrenar a un equipo muchos años después en lo que entonces era Primera Catalana (el senior del Titus, equipo patrocinado por la discoteca a la que todos acudíamos en Badalona), y en un momento dado de este recorrido tuve la fortuna de poderme dedicar profesionalmente a dos de las actividades que más me apasionan: el periodismo y, de forma indirecta, el baloncesto. Hasta ahora.
Si tomo como referencia los últimos 35 años, creo que no es exagerado calcular que a lo largo de toda mi vida he visto una media de un partido diario, en directo o por la tele, live o grabado, jugándolo yo o como entrenador. Es decir: unos 12.775.
Lo que sí recuerdo perfectamente es que hubo días excepcionales en los que llegué a ver hasta siete partidos seguidos. No recuerdo el año, pero fue cuando en Badalona se disputó el Campeonato Mundial Escolar, que ganó el Colegio Badalonés con un equipo formado casi exclusivamente por jugadores del junior de la Penya. Sólo aquel día vi seis partidos en directo en el nuevo (ahora viejo) pabellón del Joventut; y por la noche, en el de La Plana, un Joventut-Barça... con Aíto de base azulgrana. Evidentemente, con los años he vivido muchos otros días de partidos de baloncesto encadenados, sobre todo cuando he viajado como enviado especial a Eurobasket, Mundiales o cualquier otro campeonato. En todos esos campeonatos hay partidos que no necesitaba presenciar para cumplir con mi trabajo en el periódico, pero yo siempre intentaba verlos todos, por supuesto si no coincidían con una conferencia de prensa o algún acto al que sí era del todo necesario acudir.
Así que, teniendo en cuenta todo ello, y dejando claro una vez más que evidentemente sólo lo puedo hacer a ojo, pongamos que, en efecto, ande ya por los 13.000 partidos. Aproximadamente 26.000 horas. Unos 1.083 días. Prácticamente 3 años. Y si a ello añado, en fin, las otras horas que he dedicado al baloncesto en mi profesión a lo largo de aproximadamente los 30 últimos años –sin contar los partidos, una buena cifra aproximada puede ser una media diaria de 5 horas-, me pueden salir aproximadamente pero sin mucha exageración unas 55.000 horas más. Unos 2.300 días. Prácticamente ¡¡¡¡ 6 años y pico más !!!!
En total, pues, casi 10 años enteros de mi vida dedicados exclusivamente a esto. No sé si será mucho o no, pero el resultado me hace gracia.
A mi mujer, lo que le hace gracia -o no- es que aunque en general no tengo una memoria de la que pueda alardear, cuando se trata de baloncesto es espectacular. De según qué, recuerdo incluso detalles que a mí mismo me sorprenden. Y, sobre todo, cuando con ella o un grupo de amigos rememoramos algo pasado, mi única referencia infalible es el baloncesto. Por ejemplo, nunca recuerdo a la primera en qué año me casé, pero sé con total seguridad que fue el año del Eurobasket de Atenas (es decir, en 1995). O que el penúltimo coche que me compré me lo dieron el año de otro Eurobasket, el de Francia (así sé que fue en 1999). O que… lo que sea.
Con baloncesto de por medio, mi memoria parece de elefante. De hecho, todos los recuerdos que he ido escribiendo me han venido sin apenas tener que consultar fechas ni datos. Por eso puede haber algún error, pero seguro que son poquísimos, y sólo de detalle.
En fin: que más de 30 años de periodismo y baloncesto dan para muchas historias, anécdotas y recuerdos.
Aquí estarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario