Si un tema pendiente tiene el baloncesto global –y desde hace muchísimos años- es el de la unificación de las reglas, cuestión que ha estado siempre más o menos en la agenda de todos pero para la que, en realidad, nunca se ha encontrado el tiempo necesario. Hasta ahora, en que la FIBA ha dado unos buenos pasos en la modificación de su propio Reglamento, y la NBA, por boca de su responsable arbitral, Joe Borgia, aboga por revisar en concreto la regla de los pasos y hacerlo de forma conjunta con la NCAA y “quizás también con la FIBA”.
No se puede descartar que el afán de Borgia tenga relación con el debate que se suscita cada vez que una selección de la NBA participa en una competición internacional –la última, los Juegos Olímpicos del pasado agosto-, pero en cualquier caso, sean cuales sean las intenciones de un movimiento en pro de la unificación de los reglamentos, creo que estamos todos de acuerdo en que es lo más recomendable. Lo ha sido siempre, pero mucho más ahora que los jugadores de la NBA son actores en el baloncesto internacional y muchos no estadounidenses lo son en la NBA.
De modo que ahora la cuestión está en cómo unificarlo, en base a cuál de ellos, qué objetivos estrictamente del juego se quieren conseguir.
A la vista de los últimos pasos que ha dado la FIBA con punto de partida en el 2010 –línea de 3 puntos, espacio y forma de la zona-, pero también otras modificaciones anteriores, es evidente que es el Reglamento internacional el que se está acercando cada vez más al de la NBA. Y por si había alguna duda, la semana pasada, en su comparecencia en la Fundación Ferrándiz, el secretario general de la FIBA, Patrick Baumann, lo dejó claro: “Las nuevas reglas nos acercan más al Reglamento de la NBA”. Y no porque la NBA lo exija expresamente –añadió- sino porque –se le entendió- lo exije tácitamente.
Al hablar sobre esta cuestión, Baumann esbozó de forma tan simple como exacta qué diferencias de concepto están en la base de la inmensa separación entre el Reglamento de la NBA y el de la FIBA: “Las reglas de la NBA siempre han primado la acción individual mientras las de la FIBA han querido primar la acción colectiva”. Y esa ha sido, en efecto, y de algún modo sigue siendo, la gran diferencia conceptual entre los dos baloncestos. La NBA ha dado algún pasito –como permitir las defensas en zona-, pero ha sido bastante tímido; los de la FIBA, en cambio, tienen inequívocamente una dirección.
De modo que ahora se presenta la gran pregunta: si el Reglamento NBA ha querido siempre primar al jugador y el de la FIBA al equipo, pero éste está cada día un poco más cerca del otro, ¿es que va a cambiar también nuestro baloncesto?, ¿estamos asistiendo a un proceso que nos llevará a un único baloncesto en el que en todas las canchas del mundo la acción individual estará por encima de la colectiva? Algo que abre muchísimos –e importantísimos- interrogantes más. Porque si es así, si nuestro baloncesto se va a ir asimilando tanto al de la NBA hasta acabar fundiéndose con él, ¿cómo va a influir ello en la formación de nuestros jugadores?, ¿cómo van a encajarlo nuestros entrenadores o cómo van a cambiar, o, simplemente, van a saber o van a querer cambiar? Y por qué no: ¿cómo lo va a asimilar el público?
Un proceso así –y eso es lo que aparenta- puede desde luego significar un cambio sustancial en el juego que hoy conocemos y con el que en Europa hemos llegado hasta aquí. Pero no sólo en el juego, sino también en todo lo que le rodea, porque en realidad la gran diferencia entre el baloncesto de la NBA y el nuestro, la gran separación a todos los niveles, es que la NBA no se dirige a los aficionados sino a los consumidores (por eso se expande ahora a China), mientras que en el resto del mundo el baloncesto –en especial en Europa-, es una cuestión fundamentalmente de afición. Lo que puede querer decir lo mismo que tradición.
Y precisamente gran parte de la evolución de nuestro baloncesto en los últimos tiempos se ha basado en tratar de sustituir a los aficionados por consumidores, de momento sin ningún éxito, más bien al contrario.
De ahí todos los interrogantes que nos abre esa unificación del Reglamento, filosóficamente asimilado al de la NBA.
1 comentario:
Lo más importante en todo ello es sobre todo el no perjudicar al aficionado, tanto cambio de reglas en Europa puede llegar a trastornarlo.
En cuanto al baloncesto base, si siguen cambiando las reglas haciéndolas "pro-NBA", unido a la gran cantidad de jugadores extranjeros en nuestras ligas, está claro que el principal perjudicado será el producto nacional.
De esta manera cada vez habrá más inmigración y más emigración también...
Es un tema bastante complicado, que opino hay que tratar con precisión de cirujano.
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