Lolo Sainz se ha encargado de recordar esta semana en Gigantes que si Sergio Scariolo se convierte finalmente en nuestro seleccionador no será el primer seleccionador extranjero de la historia de nuestro baloncesto sino el segundo. El primero, y hasta ahora único, fue Michael Rutzgis, un lituano nacionalizado estadounidense que primero fue jugador (y campeón de Europa con Lituania en 1939) y después entrenador en su país, en Francia y en España. Rutzgis dirigió a la Selección en 1950 y 1951, labor que compaginó con la de entrenador de la UD Huesca, y al dejar la Selección se incorporó como jugador-entrenador al Bazán de Ferrol.
Lo que ya no ha explicado Lolo es que, como entrenador, Rutzgis dejó escasa huella en la Selección. De hecho, en apenas dos años como seleccionador alcanzó más notoriedad por su afición a la bebida y a las decisiones estrafalarias que por sus conocimientos del juego.
Según explicó Justo Conde en su extraordinaria pero inacabada Historia de la Selección Española, tanto empinaba el codo Rutzgis antes, durante y después de entrenamientos y partidos, que un día, en las instalaciones del club barcelonés Laietà, en las que la Selección se había concentrado para preparar su participación en el pre Mundial de 1950, se tragó sin rechistar un buen mejunje. El responsable de la broma fue el entonces jugador Eduardo Kucharski, con la complicidad del resto del equipo, sabedor de la afición de Rutzgis a beber, en especial vino.
Como quiera que al finalizar cada entrenamiento Rutzgis se dirigía invariablemente al bar del club, en el que el camarero le preparaba un combinado a su gusto, a Kucharski se le ocurrió ponerle a prueba, y al combinado en cuestión le añadió medio vaso de vinagre. La sorpresa de todos los jugadores fue enorme cuando el entrenador, sin ni siquiera darle un vistazo al vaso, se bebió de un solo trago el peculiar combinado, tras lo cual, como si nada, se despidió de sus hombres hasta el día siguiente.
Pocas semanas después de ese episodio, con España clasificada ya para el Mundial, Rutzgis se descolgó, sin que nadie supiera bien por qué, con una inesperada, autoritaria e incomprensible exigencia: no quería en el equipo jugadores con bigote. Tan variopinta medida afectaba a tres seleccionados (Met Ferrando, Ignacio Pinedo y Domingo Bárcenas, todos ellos ya fallecidos) quienes no dudaron en pagar aquel curioso peaje, digamos que disciplinario, para poder participar en todo un Mundial, que además era el primero de la historia.
Años más tarde, Ferrando le confesó a Justo Conde las sospechas de los tres bigotudos de que la idea no había sido propiamente de Rutzgis sino de su compañero Kucharski, un bromista de nivel internacional. Y seleccionador años después…
Eso sí: a Rutzgis se le reconoce como el introductor en el baloncesto español, en aquellos lejanísimos años 50, del concepto de bloqueo. Aunque fuera entre copa y copa.
Lo que ya no ha explicado Lolo es que, como entrenador, Rutzgis dejó escasa huella en la Selección. De hecho, en apenas dos años como seleccionador alcanzó más notoriedad por su afición a la bebida y a las decisiones estrafalarias que por sus conocimientos del juego.
Según explicó Justo Conde en su extraordinaria pero inacabada Historia de la Selección Española, tanto empinaba el codo Rutzgis antes, durante y después de entrenamientos y partidos, que un día, en las instalaciones del club barcelonés Laietà, en las que la Selección se había concentrado para preparar su participación en el pre Mundial de 1950, se tragó sin rechistar un buen mejunje. El responsable de la broma fue el entonces jugador Eduardo Kucharski, con la complicidad del resto del equipo, sabedor de la afición de Rutzgis a beber, en especial vino.
Como quiera que al finalizar cada entrenamiento Rutzgis se dirigía invariablemente al bar del club, en el que el camarero le preparaba un combinado a su gusto, a Kucharski se le ocurrió ponerle a prueba, y al combinado en cuestión le añadió medio vaso de vinagre. La sorpresa de todos los jugadores fue enorme cuando el entrenador, sin ni siquiera darle un vistazo al vaso, se bebió de un solo trago el peculiar combinado, tras lo cual, como si nada, se despidió de sus hombres hasta el día siguiente.
Pocas semanas después de ese episodio, con España clasificada ya para el Mundial, Rutzgis se descolgó, sin que nadie supiera bien por qué, con una inesperada, autoritaria e incomprensible exigencia: no quería en el equipo jugadores con bigote. Tan variopinta medida afectaba a tres seleccionados (Met Ferrando, Ignacio Pinedo y Domingo Bárcenas, todos ellos ya fallecidos) quienes no dudaron en pagar aquel curioso peaje, digamos que disciplinario, para poder participar en todo un Mundial, que además era el primero de la historia.
Años más tarde, Ferrando le confesó a Justo Conde las sospechas de los tres bigotudos de que la idea no había sido propiamente de Rutzgis sino de su compañero Kucharski, un bromista de nivel internacional. Y seleccionador años después…
Eso sí: a Rutzgis se le reconoce como el introductor en el baloncesto español, en aquellos lejanísimos años 50, del concepto de bloqueo. Aunque fuera entre copa y copa.
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