Cada día un poco más cerca del Eurobasket de Polonia y tras las últimas victorias de nuestra Selección en sus partidos de preparación, parece que lo más importante es ahora, por un lado, destacar la ausencia de algunos jugadores de calidad en algunas selecciones, y por otro achacar los claros marcadores favorables a España básicamente a que los rivales carecen de actitud o están de turismo.
Recuerdo que hace muchos años, cuando lo que ahora estamos viviendo nosotros gracias a una de las mejores selecciones del mundo y de la historia lo vivían los entonces yugoslavos, a ellos les reconocíamos todos los méritos: tenían un auténtico equipazo, con grandísimos jugadores aunque pudieran contar con alguna que otra baja, y de ahí su superioridad sobre prácticamente todos sus rivales, en amistosos o partidos oficiales. No sólo no se nos ocurría achacar sus triunfos a una actitud turística del resto de selecciones sino que admirábamos la suya propia: sólo a veces –inevitablemente- relajada, casi siempre decidida a machacar a quien tuvieran delante.
Eran ganadores –decíamos-, mentalidad de campeones. Les teníamos incluso cierta envidia, e incluso a alguno le preguntábamos –medio en serio, medio en broma- si no les aburría ganar casi siempre. Su respuesta era absolutamente unánime: no.
Pero ahora que los grandes favoritos, en muchas ocasiones los mejores y para muchísimos rivales casi insuperables somos nosotros, esto parece no tener gracia.
Pues la tiene. Es magnífico acudir a todos los campeonatos a luchar por el oro, y aún lo es más conseguirlo a veces. Así lo reflejan cada año los medios de comunicación sin excepción y así lo reflejan también cada año los registros de audiencia televisiva, invariablemente los más elevados de cada temporada, y con muchísima diferencia.
Aunque algunos jugadores no estén. Casi en cada Eurobasket, cada dos años, hay que lamentar la baja de alguna estrella. Y cada Eurobasket, cada dos años, bate records de audiencia en toda Europa. El baloncesto de selecciones cuenta con la total identificación del aficionado –especializado o no-, tanto con los equipos –el propio y los demás- como con el sistema de competición. Por eso por encima de lo que se pueda decir ahora a priori, el campeonato que nos espera dentro de poco en Polonia ofrecerá la máxima expectación y el mayor nivel de incidencia mediática. Y como la verdadera medida del éxito la dan los aficionados y los telespectadores, el del Eurobasket 2009 está de nuevo garantizado.
lunes, 24 de agosto de 2009
viernes, 14 de agosto de 2009
Engancha, gusta, identifica y une
Tras las habituales dos semanas de entrenamientos en San Fernando, la Selección empieza este viernes en Las Palmas de Gran Canaria la que es ya su recta final de preparación para el Eurobasket, y lo hace tal y como se presentó el pasado día 30 en Madrid: levantando las máximas expectativas.
No son sólo expectativas deportivas, aunque desde que se juntaron todos se ha escuchado en numerosas ocasiones la palabra oro. Quienes no están habituados a la naturalidad con que lo dicen nuestros jugadores se habrán llevado las manos a la cabeza, pero lo cierto es que no hay nada más sano que decir lo que uno siente. Sano e ilusionante. Porque también en estas horas previas a su reaparición (un año después de la final olímpica) estamos comprobando el tremendo tirón de la Selección entre los medios de comunicación y los aficionados. Todos sabemos que, una vez más, los records de audiencia del año en TV están a punto de llegar.
Porque esta Selección no sólo gana medallas y es una de las mejores del mundo, que ya es muchísimo; sobre todo, es una impagable embajadora del baloncesto, de su magia en la cancha y de sus valores más allá de la pista. Engancha, gusta, apasiona, identifica, une. Y lo hace de la única manera en que se puede construir algo así: con la mayor de las naturalidades.
Sólo hay dos formas de afrontar los desafíos deportivos. Como un grande: anunciando públicamente el objetivo de lograr lo máximo –el oro- y comprometiéndose a luchar por ello. O como los que no lo son: con el principal interés de que sobre todo quede claro que es posible no conseguirlo.
La ventaja de nuestra Selección es que es tan grande que nunca decepciona. Porque sus ilusiones son las de todos.
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