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viernes, 8 de mayo de 2009

¿Por qué se van los jugadores a la NBA?

Obviamente, a raíz del anuncio de la decisión de Ricky de inscribirse en el draft de la NBA, yo también he participado en más de una y más de dos conversaciones y tertulias con amigos, no sólo debatiendo su caso puntual sino sobre todo la situación general en este baloncesto actual –discutiblemente calificado de globalizado-, en especial esa marcha de nuestros mejores jugadores al baloncesto profesional estadounidense. Un fenómeno que, cabe recordar a los jóvenes, es absolutamente nuevo desde hace aproximadamente una década y en parte ha contribuido a modificar el modelo.

De forma lógica, esperable, en esas conversaciones y tertulias lo que se acaba debatiendo es el porqué. En este caso, por qué los jugadores –en este caso hablamos de los nuestros, los europeos- se van a la NBA.

Está claro que no hay una sola razón. Hay varias. Y variadas. Por ejemplo se puede apuntar que en la NBA –digan lo que digan- sufren un menor desgaste, físico y mental. Físico, porque entre otras cosas, por convenio, los entrenamientos con contacto están limitados; y mental, porque es evidente que en numerosos casos la presión por la victoria es inexistente. Es cierto que allí acaban jugando bastantes más partidos que en Europa, y que para quienes llegan a los playoff es otra historia, pero después tienen cuatro meses de vacaciones, o cinco, o algunos incluso más. Así es comprensible que la carrera de un jugador en la NBA pueda prolongarse por más años que en Europa.

También puede apuntarse que en la NBA –digan lo que digan- se juega mucho y se entrena mucho menos que aquí. Y lógicamente al jugador le gusta más jugar que entrenar. Podría apuntarse incluso que las condiciones en que desarrollan su vida profesional –viajes, hoteles, etc.- están muy por encima de las que conocen fuera de la NBA. La diferencia entre viajar en un avión privado con unos cuantos lujos –por ejemplo- no tiene nada que ver con volar en un fokker o un mosquito.

En fin, que se pueden apuntar muchas razones, como éstas u otras, pero al final casi siempre se acaba considerando que todas ellas se resumen en realidad en una sola: ganan más dinero. Y ante la posibilidad de ganar más dinero se piensa-, nadie duda.

En realidad, sobre lo que más se ha discutido en las últimas semanas a la hora de valorar la decisión de Ricky no ha sido de cuestiones puramente deportivas sino de dinero. Los más completos análisis se han realizado –y los hemos podido leer- sobre el componente económico de la operación: desde las cantidades que garantiza tal o cual puesto en el draft hasta el último euro que deberá abonar a la Penya por su cláusula de rescisión, pasando por el contrato que debería firmar dentro de dos o tres años para que le salga a cuenta hacer las maletas. De hecho, ya en los meses que precedieron al anuncio de que se iba a inscribir en el draft de lo que más se habló fue de que la familia y los agentes estaban haciendo números…De modo que lo creemos tener todos claro: se van a ganar más dinero.

Pero en esto –como en otras muchas cosas- la realidad contradice lo que parece una evidencia. Sólo hace falta repasar la lista y las circunstancias de los nueve españoles que desde 1987 hasta el día de hoy se han marchado a la NBA (Fernando Martín, Pau Gasol, Raúl López, José Manuel Calderón, Sergio Rodríguez, Jorge Garbajosa, Juan Carlos Navarro, Marc Gasol y Rudy Fernández) para comprender que no, que no se han ido por dinero. Que una vez allí pueden acabar firmando contratos multimillonarios, sí, claro, y que eso se tiene en cuenta, por supuesto; pero han sido más los que se han ido renunciando a ganar más. Y no sólo renunciando a ganar más dinero sino poniendo en riesgo sus enormes posibilidades de ganar mucho más. De hecho, todos los análisis que hemos podido leer o escuchar estas semanas sobre Ricky se han hecho en base a ello.

Que no sean ellos sino todos los demás quienes piensan en el dinero es lo que rompe los esquemas. Que se fueran a la NBA sólo por dinero seguiría siendo una pena, pero que en realidad se vayan por algo muchísimo más humano y poco tangible como los sueños y las ilusiones, es el verdadero drama del baloncesto que no es capaz de ofrecérselos.

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